¿A quién has perdido?
No sé a dónde van las personas cuando mueren...
...pero sí sé qué dejan.
...pero sí sé qué dejan.
El duelo es la prolongación de una respuesta emotiva ante la pérdida de alguien o de algo significativo; cada desapego de una posesión, objeto o ser querido provoca una serie de sentimientos que altera nuestro comportamiento en la vida diaria.
A lo largo de nuestra vida pasamos por una serie de pérdidas y separaciones que nos recuerdan que todo vínculo y toda realidad son temporales. Esta constatación nos puede angustiar y deprimir, pero no se puede eludir.
En el caso del proceso de duelo por la muerte de alguien cercano, el doliente debe enfrentarse a la crisis de la pérdida y a una nueva estructuración de su vida, en la que el ser querido ya nunca más estará; para ello se requieren muchos reajustes vitales que dependen en gran parte de la misma persona; la vivencia del duelo es individual, aunque en su superación el entorno aporta factores importantes.
La manera en que vivimos durante el duelo es lo que nos acerca o nos aleja de una resolución ante el duelo que experimentamos, por lo que la mejor manera de superar el malestar es enfrentándolo y buscando acoplarnos a la vida que nos queda.
El proceso de duelo constituye un conjunto de reacciones de tal intensidad y complejidad que muchas veces es difícil distinguir entre un duelo normal y uno patológico, la frontera que podríamos poner es que en el duelo patológico la persona se ve superada por el dolor de la pérdida, rompiéndose el equilibrio psicológico y físico. En cualquier caso habría que valorar el tiempo que duran los procesos defensivos (sobre todo la negación) y en qué medida influyen en funcionamiento psicológico de la persona para poder hablar de duelo patológico.
Estas conductas pueden ser signos de alerta que nos indican que el doliente está en un duelo patologico.
-Llorar en exceso durante periodos prolongados
- Rabietas frecuentes y prolongadas
- Apatía e insensibilidad
- Un periodo prolongado durante el cual el doliente pierde interés por los amigos y por las actividades que solían gustarle.
- Frecuentes pesadillas y problemas de sueño.
- Pérdida de apetito y de peso.
- Miedo de quedarse solo.
- Sólo en niños comportamiento infantil (hacerse pis, hablar como un bebé, pedir comida a menudo…) durante tiempo prolongado.
- Frecuentes dolores de cabeza solos o acompañados de otras dolencias físicas.
- Imitación excesiva de la persona fallecida, expresiones repetidas del deseo de reencontrarse con el fallecido.
- Cambios importantes en el rendimiento escolar/laboral o negativa de ir a la escuela/trabajo.
Si la mayoría de estos puntos se cumplen, lo más recomendable es pedir ayuda para que se le canalize con un profecional, pues si el duelo se ha tornado patologico es muy dificil que el doliente salga de forma normal de este proceso.
1 comentario:
Hola Jazmin y Ángel, es muy inetresante su blog, espero lo sigan enriqueciendo y haya muchos interesados en compartir con uds. sobre este tema
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